Cabify

Este fin de semana tuve la oportunidad de probar por primera vez en Barcelona los servicios de Cabify. Si conocen Uber o Blabla-Car, Cabify le resultará familiar. Es un servicio dedicado al transporte individual de personas en coche con conductor. Sí, como un taxi. Pero Cabify tiene algunas características propias que han hecho decidirme a escribir sobre ellos.
Imagina que tienes una app en el móvil con la que simplemente abriéndola te geolocaliza, le indicas hacia dónde quieres ir y casi inmediatamente recibes un mensaje con la matrícula, marca y modelo del coche, teléfono del chófer y tiempo estimado de llegada. Puedes comunicarte con tu conductor mientras va a tu encuentro para concretar detalles. En 5 minutos te recoge un coche con asientos de piel, agua y wifi gratuita. Y al final del trayecto es bastante más barato que un taxi, pero se te olvida cuánto es porque además te olvidas del pago, porque ya se lo indicaste a la app la primera vez que lo usaste y te lo cargan directamente en la tarjeta.
Cabify, dándole una vuelta de tuerca a sus predecesores, ha conseguido eliminar todos los inconvenientes del transporte individual de personas. A diferencia de Uber, con flota de coches propia. Los coches no se usan para otro fin. No son de empresa ni particulares que usan su tiempo disponible. Son coches nuevos muy cuidados y propiedad de Cabify.
Los conductores
Podríamos pensar que los chóferes, como ellos mismos se denominan, son particulares o conductores tradicionales, pero Cabify ha realizado una selección diferente, seleccionando personas que deben reunir unas condiciones concretas. En general son jóvenes, con experiencia al volante con un aspecto muy cuidado, con conocimientos de la ciudad y del inglés, que tienen una remuneración fija complementada con algunos variables por servicios, kilómetros y dedicación.
¿Pero tiene demanda ser conductor de Cabify? Es un éxito. Concretamente en Barcelona, hay una lista de trescientas personas esperando ser llamados para incorporarse como chófer de ésta empresa.
Modelo de negocio
Los fundadores decidieron crear dos empresas: la tecnológica que lo centraliza todo, y la de las flotas de coches, que tiene una organización geográfica. Eso disminuye el riesgo y deja abierta la entrada de empresas que en el futuro quieran invertir directamente en coches que colaboran con Cabify.
Los ingresos por usuario se reparten al 50% entre la tecnológica y la empresa que gestiona la flota de coches. A partir de una cantidad mensual, el chófer además gana un variable lo que motiva a aceptar más servicios. Pero no sólo es motivación… tienen la obligación de responder rápido. Con la app “Cabify para chóferes”, integrada con Waze, el chófer tiene 15 segundos para aceptar un servicio desde el momento en el que le aparece en su aplicación. Esto garantiza que el usuario es atendido lo antes posible.
Lo más sorprendente
Cuando pruebas los servicios de esta empresa, ves los coches, disfrutas de todas las ventajas, sabes que es una empresa ya implantada en varios países de todo el mundo, y te dicen que la empresa nace de la cabeza de un estudiante de una universidad americana, parece que todo cuadra. Hasta que descubres que Cabify es una empresa fundada por un estudiante formado en la Universidad de Stanford, un español, Juan de Antonio.
Conclusiones
EL sector del transporte de personas está en pleno cambio en un proceso de servicios emergentes que comienza a llegar a la madurez. El modelo de negocio de los taxis ha estado decenas de años sin evolucionar, sector que quedó satisfecho simplemente creando una app para pedir un taxi de manera más cómoda. Nada más lejos de la realidad. Había muchos más inconvenientes que salvar, pero es lógico que los sectores tradicionales tengan más miopía que los nuevos. Es algo que afectó a la discografía (iTunes, Spotify) y llegará a todos.
En este caso, los coches, sus prestaciones tecnológicas y la conectividad están demostrando que ningún sector está libre de cambios. De cara al futuro, tarde o temprano habrá coches sin chófer y ésta es una realidad que requiere una profunda reflexión.
La revolución tecnológica afecta y afectará a todos los sectores como un tsunami.

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